Ataria  

Descripción: Proyecto y dirección de obra del centro de interpretación de la naturaleza en el parque natural de los humedales de salburua; dirección de obra de la urbanización del entorno.

Superficies: construida, 1.803 m² urbanizada, 18.200 m²

Promotor: Centro de Estudios Ambientales del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz cofinanciado por el Ayuntamiento de Vitoria, Ministerio de Medio Ambiente y Consejeria de Medio Ambiente del Gobierno Vasco.

Fechas: Concurso de ideas: 2001 - Proyecto de ejecución: 2003 - Obra: 2006 a julio de 2008.

Presupuesto: 1.199.865 € (urbanización) + 3.852.346 € (edificio) = Total de contrata con IVA: 5.052.211 €

Memoria: Un edificio público debe ser reconocido por una serie de características que lo diferencien del conjunto continuo de viviendas que conforman la ciudad. Dicho de otro modo: debe ser diferente, no sólo porque alberga un uso a su vez muy diferente, sino porque debe trasmitirlo mediante su imagen pública.

Cinco puntos de partida:

- Un lugar sorprendente, parque natural inmediato a una gran ciudad que ha sabido renovar su contacto con la naturaleza: un antiguo humedal drenado para campos de cultivo que, cien años después, se vuelve inundar para renacer.

- Un programa sugerente: centro de interpretación, un lugar donde entrar en contacto y comprender lo que más adelante se va a encontrar en el humedal, pero sobre todo una puerta de entrada al parque, es decir, un umbral que se atraviese para cruzar entre dos mundos, urbano y natural.

- Un intenso aroma a madera: sí, esto es subjetivo, pero como elemento de mediación con la naturaleza surgió desde el primer instante el deseo de proponer un edificio de madera, que sea capaz de jugar con el tiempo a su favor... cuanto más viejo, mejor.

- La oportunidad de lanzar una apuesta que se sabe difícil de cubrir, pero con una desinhibición propia de los concursos, que ayuda a arriesgarse y exigirse llegar donde nunca antes se había siquiera intentado llegar.

- Y ganas de jugar con la gravedad...

A partir de ahí, el norte es claro:

- Voluntad de lanzar al edificio más allá de sus límites, volando sobre una balsa también imaginada (necesaria) que permitiera situar al visitador en un lugar privilegiado: metido de lleno en el parque de Salburúa, olvidada la ciudad que deja a sus espaldas, sobre el agua, en un punto al que no podría llegar de otro modo.

- Y voluntad de no enmascarar la estructura durante el proceso constructivo. La gran dificultad del proyecto estribó por tanto en tantear cuáles eran las leyes posibles y coherentes con un principio de construcción arriesgado. Había que chequear el sistema, tantear sus límites dimensionales (como casi siempre, dados por la rigidez y no por la resistencia), estudiar los nudos (en madera, el auténtico problema, el punto débil por el que el agua, la fatiga o la fragilidad local de una pieza puede dar al traste con un sistema), analizar cómo conseguir empotramientos sin recurrir al auxilio del acero (sólo en el mirador era inevitable), cómo lograr la necesaria resistencia al fuego a base de sección de reserva o cómo evitar la exposición de los puntos más delicados a la lluvia, pero sin recurrir a pieles de sacrificio que hubieran transformado la imagen del edificio, haciéndolo parecer de “algo y madera” y no sólo de madera…

Había que encontrar el ritmo adecuado: 8/8/8, 10/10/10, 16/16/16, 18/18/18… y finalmente el ritmo definitivo de 20/20/20

Había que tener claras las leyes que permitieran el tránsito de una crujía a otra, la doble condición pesante y aérea de hormigón y madera en la conformación de la sección, la necesaria distancia sagrada entre particiones interiores y fachada, en la planta alta, que asegurase la lectura del edificio como un contenedor construido por adición de módulos (de pórticos en este caso).

En fin, hacía falta tiempo para que aquello encontrara su orden, para que las contradicciones afloraran permitiendo reconducir el proyecto hacia aquellas soluciones que no implicaran conflictos… hacía falta un año de desarrollo de proyecto, como afortunadamente casi se dispuso y tan raro es hoy en día conseguir.

En resumen:

- el proyecto consistió en el diseño de seis pórticos que corresponden a seis situaciones de sección (crujía este de una planta de madera; vuelo lateral; vuelo lateral con escalera interna; vuelo lateral más crujía central; vuelo lateral más crujía central con mirador emergente; crujía este de dos plantas de madera)

- la apuesta de partida es la de emplear solamente madera una vez producido el corte entre terreno (base de hormigón que levanta la madera del suelo para evitar su contacto con la humedad) y pórticos; ello lleva a combinar la madera laminada con tableros de OSB (de fibras orientadas) y de Kerto (microlaminado con una capacidad de resistencia similar a la del acero); la presencia del acero se reduce a los pernios y placas de apoyo, evitando en todo momento que los encuentros entre piezas de madera se produzcan con prótesis (solución “fácil” que desvirtúa visual y conceptualmente el empleo de madera en estructuras), sino con meros pasadores o similares

- para el diseño de los pórticos fue preciso definir un ritmo de huecos, que finalmente fue fijado en 20/20/20, así como las estrategias de funcionamiento de los nudos, en especial en cuanto a la garantía de estabilidad horizontal mediante la obtención de suficiente grado de rigidez en el conjunto - cada tramo de la planta sale por repetición de pórticos (que en su suma reproducen la inicial idea de enjarjes continuos: la pauta dos soportes/una viga permite un ritmo 20/20/20 en fachadas y un ritmo 80/80/80 en vigas de ambas plantas, mucho más razonable y aproximado al habitualmente empleado en artesonados medievales

- finalmente, la totalidad de la planta sale de la combinación de tramos, cada uno de los cuales se forma por repetición de un determinado número de pórticos; las transiciones de una crujía a otra se producen gracias a la combinación de tipos, por tanto de modo natural y sin necesidad de producir mecanismos alambicados de cambio de crujía ni discontinuidades que rompan con la lógica del edificio.

Por una vez, además, la construcción fue un placer... algo tan raro hoy en día que sospechamos que Ataria quizá no sea real, sino una ilusión

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